ene
04
Ya hemos apostado todo, las estrellas se han convertido en mis cómplices, las luces de los carros nuestros testigos. A veces, debo confesar que me he sorprendido mirándote detenidamente, mientras el viento golpea tu cabello, jugándole una mala broma, también debo confesar que te he notado observándome, rio en silencio al ver tus ojos claros mirándome, tratando de ver mas allá como si intentarán leerme por dentro, mientras tu los alejas, insistes en no creerles, mientras suspiras y te pones nervioso al tocar mi mano, crees que un chiste logra disfrazar tus nervios, y sabes, es gracioso darme cuenta que también me pongo nervioso, esa clase de nervios que solo se sienten pocas veces en la vida, esa clase de nervios que te toman por sorpresa, que se sienten en la parte baja de la espalda y comienzan a subir hasta el corazón. Creo que es el momento de confesarlo todo, hablar sin vergüenza, han pasado varios otoños, el cielo se pinta de colores sepia y rojizos, como aquellas sonrisas falsa, las promesas rotas, y los sueños indecisos, las hojas empiezan a caer, la bruma del día se siente más pesada, las agujas del reloj se veían correr, la vida simplemente pasaba, y yo en el intento de detenerla aunque sea solo un instante, irónico, solo buscaba un instante y lo encontré en el lugar menos esperado, entre la obscuridad, las luces bailaban, el tiempo corría, y solo intentaba ocultar, mas bien, intentaba jugar y mentir y vaya que me sale, yo lo veía como un día mas, como un juego mas, pero que sorpresa, tu no lo permitiste, creo que ahí fue cuando comenzó a temblar el suelo, el viento empezó a soplar a favor, y las estrellas se veían mas cercanas, los días navegaban rápidamente…
Si me dieras un beso, me lo pondría en el huesito de la pelvis, justo arriba de la cadera
Referencia Personal
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Interesado en la gloriosidad de la madre naturaleza, en la perfección del padre tiempo, en el misterio del gran kahuna, en la complejidad del hombre, en la sencillez de un suspiro y en el dolor de una lágrima.
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